martes, 6 de noviembre de 2018

¿Dónde está la diferencia entre niños y niñas con alta capacidad?

Luz Pérez nos dio una interesantísima charla sobre este tema, de la que destaco algunas pinceladas:

¿Por qué se detectan menos niñas que niños de AACCII? Los estudios en neurología demuestran que las diferencias entre el cerebro masculino y femenino no afectan al nivel cognitivo.  Sin embargo, autores como Galton (siglo XX) o Terman (el creador de los tests, en el siglo XIX), afirman que las mujeres no tienen capacidad, y que su desarrollo hormonal impide su desarrollo psicológico. Y les llamaron científicos…
Estudios serios posteriores, demuestran que existe:
  • Hermafroditismo cerebral, es decir, hay rasgos cerebrales propiamente masculinos y femeninos, pero ningún cerebro es puramente masculino o femenino, independientemente del sexo, género o condición sexual.
  • Plasticidad intelectual y neuronal, es decir, nuestro cerebro es cambiante.
A pesar de esto,  los estudios de la diferencia de género (según la ONU Women) nos hablan de modelos de economías mundiales en que el 90% de las mujeres tienen limitados sus derechos económicos.
Otro lastre es la impronta social… mujeres en la historia que tienen que tomar identidad masculina para poder desarrollar su actividad, tales como la escritora Cecilia Bohr de Faber, o la reina Hatshepsut,; mujeres que han quedado a la sombra de sus maridos, como Marie Curie o la egiptóloga Hilda Petrie; o una Rosalin Franklin que descubrió la cadena de ADN y le fue adjudicada a su Watson; mujeres que a lo largo de la historia no han sido tenidas en cuenta a la hora de ganar un Premio Nóbel o estar en cargos de responsabilidad.  
Y todo esto, hace que el porcentaje de niñas con AACCII diagnosticadas sea mucho inferior al de los niños. 
En edades de 6-12 años, un 48% frente al 52% de chicos
Pero entre 12 y 16 años, un 30% frente al 70% de chicos.
¿Qué pasa? ¿Qué nos volvemos tontas cuando crecemos? No, simplemente que el ambiente condiciona a las niñas, y  no se ponen en valor. En la adolescencia, la inteligencia no es un valor. Para sentirse aceptadas socialmente, tienen que ser guapas, vestir a la moda, y tener un Instagram lleno de fotos de postureo. La inteligencia no es un valor. 
Entonces les llegan mensajes contradictorios. Se ven en la disyuntiva de  ser competitivas e inteligentes versus ser aceptadas socialmente. No es difícil adivinar lo que eligen. Y esto es un estudio científico.
Estas contradicciones las llevan al síndrome del impostor o al de la abeja reina:
  • El síndrome del impostor consiste en que algunas niñas piensan que no son buenas, y aunque llegan al trabajo que se le proponga, lo hacen con inseguridad porque creen que no lo merecen.
  • El síndrome de la abeja reina consiste en que la chica pretende ser perfecta, y cae en un perfeccionismo que la frustra al menor error.
Las niñas, por regla general,  son más permeables, y les afectan más las cosas.
¿Consejos? Os cuento los consejos de Luz Pérez, una experta en este tema:
  • Eliminar los estereotipos sociales desde edades tempranas. Por eso es tan importante detectarlas muy pequeñas, incluso en el primer ciclo de la educación infantil.
  • Ayudarlas a autoconocerse, clave del éxito intelectual.
  • Ayudarles a superar el perfeccionismo, aprendiendo de los errores, sintiéndose orgullosas de sus esfuerzos, controlando sus tiempos de trabajo y ajustándolos a la vida, hacer actividades en las que no sean tan buenas, reírse de sus errores.
  • Ayudarlas a aprender, ser autónomas, no ser pasivas, experimentar.
  • Enseñarle modelos femeninos de la ciencia, el deporte, la cultura y el arte, de mujeres de éxito. Que sus modelos no sean las youtubers  o las famosillas. Necesitan romper el techo de cristal y decirse que valen mucho.
Y esto no quiere decir que a los chicos no se les apliquen estos consejos. Pero sí que estemos pendientes, porque las niñas con AACCII son más invisibles a la hora de detectarlas.

Y ahora vamos a ver un breve vídeo de 2 minutos y vamos a reflexionar: “Redibujar el equilibrio”. No dejemos que sean invisibles, porque también valen mucho.





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