El alumno con TDAH padece una serie de problemas que afectan a su rendimiento escolar: unas veces por su comportamiento, impulsividad e hiperactividad, otras porque su falta de atención y concentración no le permiten que los contenidos escolares acaben siendo significativos para él, mostrando lagunas en los aprendizajes, o su olvido constante de lo aprendido (como las tablas de multiplicar) le obligue a estudiar una y otra vez los mismos contenidos.
En general, la asignatura de matemáticas es una materia compleja con unos resultados no demasiados alentadores en nuestro país. Para los alumnos con TDAH las dificultades en matemáticas se multiplican, debido a que el déficit afecta a aspectos involucrados en la resolución de problemas.
Los alumnos con TDAH necesitan actividades de refuerzo.
Debemos procurar que se sienten al lado de los compañeros más sociables y colaboradores.
Tenemos que respetar su ritmo de aprendizaje y priorizar actividades con refuerzo inmediato.
Se les debe dar refuerzos inmediatos (“premios”) cuando estén trabajando de forma individual, que consisten en frases de aliento y de reconocimiento: “qué bien lo estás haciendo”, “estás aprendiendo mucho”... etc.
Cuando los resultados o el proceso sea el adecuado, los premios consistirán en otorgarles responsabilidades para su implicación en la dinámica del aula. También es conveniente captar su atención de forma sutil (por ejemplo, apoyando una mano en su hombro) cuando notemos que está distraído. Debemos valorar sus esfuerzos y logros y compararlos con sus propios avances, nunca con el resto de los compañeros y compañeras.
Hay que evitar tanto la sobreprotección como la exigencia excesiva, tenemos que adaptarnos a su propio ritmo de trabajo.
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